jueves, 12 de julio de 2012

Extracto

Cuando finalmente Tarek llegó a casa de Abuelita, esta era un manojo de nervios. Se había pasado los últimos quince minutos corriendo de un lado al otro de la habitación. Metiendo de todo lo que ella consideraba necesario para mi viaje en una desvencijada maleta. Sobra decir, que la mayoría de las aquellas cosas eran completamente inútiles porque ¿Para qué podría necesitar un libro de cuentos? De todas formas como era evidente que hacía todo aquello para mantener su histeria a raya...bueno preferí dejarla hacer.
-Cariño sé que lo que has oido hasta ahora de Tarek no es demasiado alagador. Pero puedo asegurarte que él cuidará bien de tí. Debes escucharlo y hacerle caso, él sabe qué hacer.
-Sí Abuelita.
-No te separes de su lado en ningún momento.
-Sí Abuelita.
-Escucha lo que él te diga, y si te dice que corras, o que tomes uno u otro camino. No importa que no le encuentres sentido, tú simplemte hazlo.
-Sí Abuelita.
Aquella parecía la típica conversación entre una madre y una hija que está a punto de salir de viaje. O al menos supongo que deben ser así, ya sabeis, como crecí en un horfanato y todo eso.
Finalmente, poco antes de anochecer llamaron a la puerta con un golpe seco.
-¡Ya está aqui!
Había estado esperando a aquel hombre todo el día, me habían hablado mal, me habían hablado bien.Incluso había presenciado parte de su pasado. Veinte minutos antes, estaba deseando verlo y la espectativa de su llegada, había conseguído reducir mi estómago a un montón de mariposas revolotosas. Y cuando finalmente llegó, yo no pude hacer más que quedarme pretificada en la silla en la que estaba sentada.
-Pero Estela ¿Se puede saber qué demonios te pasa? ¡Vamos niña, no tenemos todo el día! Cuanto antes os pongais en camino, antes llegareis a un lugar seguro.
Al ver que continuaba paralizada Abuelita tuvo que jalar de mí y empujarme,para conseguir que me pusiera en marcha.
-¡Estela!
-Sí...voy...voy enseguida.
Abuelita salió como una bala de la habitación para abrir la puerta.
Me acerqué a la comodita y me enjuagué la cara con el agua que había en la palangana. Intenté domar aquel pelo endemoniado y arreglarme un poco la ropa ¡Aquello era un desastre!
-Joder, parezco una loca.
Habría matado por  de rimel, carmin y un poco de espuma.Miré nuevamente mi pelo ¿La cera de abeja  serviría de algo? Volví a ponerme la banda que había llevado al llegar alli, y como las antiguas. Me pellizqué las mejillas para darles algo de color.
-Joder...es que no hay arreglo.
-¡ESTELA!
-¡YA VOY!
-Bueno...¿Pero cómo me he metido yo en este embolao?
Conté hasta diez haciendo varias inspiraciones y finalmente bajé la escalera.

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